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Mostrando entradas de julio, 2022

En el viejo barrio II

  La alquilada casa era humilde, barrio humilde, vida humilde. La vida de la pequeña pasaba por la contemplación de la existencia de los otros. Iba aprendiendo como eran los demás al observarlos; no se cuestionaba como era, fue o sería, aún. Sentada en una sillita tan pequeña como ella misma, miraba hacia la calle. La sombra fresca de la casa la protegía de ese ardiente sol de noviembre, y de todo lo que pasara afuera también. Su lugar favorito en el mundo era el interior de la casa. Sobre la falda tenía un libro del que disfrutaba mirando sus dibujos, pues aún no sabía leer; e  imaginaba que dirían las palabras escritas. No hay memoria que le leyeran cuentos. No digo que no lo hicieran, solo que no lo recuerda. Pero algún estímulo hubo de tener, pues ya sabía bastante sobre leer al entrar en la escuela. Mientras observaba el afuera, su madre planchaba allí, sobre la mesa, poniendo una vieja frazada con una sábana arriba, para que quedara sin arrugas la prenda de turno. En ese...

En el viejo barrio

  El sol desteñía todos los colores con su fuerza. Pájaros, chicharras, voces humanas, mar; sonidos naturales solo interrumpidos por el leve tic tic de las teclas al escribir. Naturaleza inmensa disfrutada en un suspiro; hojas que caen, siguiendo el ritmo también natural de la vida. La vida… que fluye en un sentido, único e imparable; la vida va para allá y la mente, ahhh, esa mente inquieta va para otro lado. El pasado vuelve en pequeñas gotas a veces, otras vuelve con la fuerza de la marejada, y las más de las veces está ahí, siempre ahí acechando a la vuelta de la esquina, aquella donde se ve algo del vívido pasado.  Allí estaba el sauce, un pequeño sauce llorón que plantó su madre. Si hasta, haciendo un esfuerzo, puede recordar el día que lo trajo. Hizo ella misma el pozo, con la pala de trabajo de su marido. Algo decía mientras lo hacía, murmuraba como rezongando mientras sacaba tierra con la pala. ¿Qué sería? Solo se me ocurre que posiblemente fuera sobre mejorar, una pe...

Nadie está aquí

 Era uno de esos días en que no valía la pena hacer ningún esfuerzo. Rebuscando en el interior de su mismidad, buscó energías para salir. Que sacarse la ropa de dormir, que ponerse algo presentable, que peinarse y acomodarse un poco, que salir al patio a calcular la temperatura y sentir en el cuerpo si era mucho o poco lo que había que cambiar de lo puesto. Y así, sin un destino marcado ¡a caminar!  Y como en los viejos tiempos de su infancia la caminata era por la calle. Como le había enseñado su padre, a contramano de los vehículos. De pronto un sauce llorón, con sus ramas invadiendo la calle, le obligo a esperar que pasaran autos y motos y, viendo que tenía tiempo, empezó a recortarlas. Así, como quien no quiere la cosa, y mirando displicente a quien pasaba, se entretuvo despejando la visión a los vehículos y a sí misma.  Allí, sobre la calle, quedaron los restos de su pequeña poda improvisada. ¿Alguien le vio? ¿Alguien se quejó o agradeció? No.  Fue ese nadi...